La Fiesta del Maíz, Patrimonio Inmaterial de los Sonsoneños

Por: José Fernando Botero Grisales

 

Los pueblos nativos que habitaron el territorio del nuevo continente antes de la llegada abrupta de los españoles, eran plenamente conscientes del valor, significado y papel que representaba el maíz en la construcción colectiva de su civilización y de su cultura. El maíz como fuente energética, regalo del padre sol, semilla multiplicadora, alimento base de la América india, de la América españolizada, europeizada, fruto generador de cientos de recetas, de fácil comercio, de armónica siembra, de rápidas cosechas, fruto para conquistar, para colonizar, para arraigarse, para hacer de nuevo el hogar y recomenzar.

 

Es por ello que 500 años después, una sociedad “posmoderna”, poseedora de un abanico amplio en el reconocimiento del maíz, sus variedades, usos, y sobre todo, de mayor información de la cultura prehispánica, que a menor escala sobrevive y que pese a la transculturización y homogeneización, propone el maíz como uno de los alimentos básicos y fundamentales, como grano sagrado. No es gratuito que los diversos pueblos americanos, desde el norte hasta el sur de la grande y extendida América, posean como mínimo una Fiesta al Maíz, un reconocimiento al cereal ancestral que, posterior a la conquista, fue globalizado: La “Fiesta Grande del Maíz Criollo” (en Zaachila México), El “Festival Turístico, Arqueológico y del Maíz” (Región Pasco, Perú), la “Fiesta del Maíz” (Chivacoa, Venezuela).

 

Todo esto para enmarcar la Fiesta del Maíz en Sonsón, que nació en 1938, celebrando el “Canto al Cultivo del Maíz en Antioquia”, poema a la colonización, a la mística y la cultura escrito por Gregorio Gutiérrez González, que encerró el éxodo de Rionegro y Marinilla, su paso por Sonsón y Abejorral y su épica hazaña, dominando la montaña, habitandola y generando una ola denominada “Colonización Antioqueña”, viaje a pie por el Viejo Caldas, y el norte del Tolima y del Valle del Cauca.

 

¿Cómo poder habitar la montaña, la selva grande y verde, volverla agrícola, y hacer brotar en las cimas montañosas a los nuevos hijos de Antioquia la Grande? Uno de los secretos más rotundos fue el maíz, por su fácil transporte, al hombro, en la mula o el buey. La rápida cosecha, en tierra cálida se produce hasta en cuatro o cinco meses, es posible asociarlo al cultivo clásico del frijol, y su capacidad generosa de multiplicarse, ¡es asombrosa!, tres granos se convierten en cientos, después de la cosecha, es posible almacenarlo y asegurar el alimento por meses.

 

Pese a este importante referente, en la Fiesta del Maíz se hace una marcada negación a su origen primitivo, desconociendo su significado en este territorio durante más de 12 mil años ante la presencia humana. Dejando de lado este vacío es necesario reflexionar sobre las otras raíces fundacionales de la Fiesta: La Sociedad de Mejoras Públicas de Sonsón, cercana hoy a los 100 años, vio la necesidad de reconocer nuestro pasado, el maíz, basados en el canto al Maíz del poeta, que narra desde la preparación de suelo para la siembra, hasta los alimentos preparados del fruto entregado por los dioses.

 

Del poder gigante del retorno, surge el desfile de la Familia Castañeda, hoy típico en otros municipios de Colombia. Este desfile muestra en cuadros a la típica familia que sale de su finca para disfrutar de las festividades, y por extensión a quienes retornan de los pueblos vecinos, y de las ciudades hasta donde han llegado las semillas del maíz. Las diferentes colonias de sonsoneños esparcidos por Colombia acuden al llamado que se convierte en una de las mejores excusas para reencontrarse año a año y volver a su tierra del alma.

 

Nace entonces el desfile de los 30 peones, propuesto y dirigido por muchos años, por el artista Rómulo Carvajal, relatando numerosos cuadros del poema. El verso convertido en río humano, muestra orgulloso su identidad. Nace además el Reinado del Maíz, cuya base es el civismo y el amor por Sonsón, y a partir del reinado llega el “Baile de Coronación”, reconocido por décadas como el escenario máximo de la tradición fiestera local. Todos los asistentes lucían traje típico para saludar a la nueva soberana del maíz. No se coronaba la belleza, sino la capacidad de entrega por el terruño natal. El reinado busca la defensa y promoción de las obras comunes y comunitarias de Sonsón. Un fruto visible de estas obras ha sido el Museo Folklórico Casa de los Abuelos.

 

Posteriormente fueron incrementándose elementos a la Fiesta, como el Desfile del Maicito, (para sembrar en las nuevas generaciones la semilla de valorar el pasado, el origen y raíz de dónde venimos), el desfile de “Artes y Oficios”, que enaltece la sociedad artesana y obrera del siglo XX, que hizo grande a Sonsón. Posteriormente el “Desfile de Personajes Ilustres” que reconoce a los líderes y prohombres que han luchado por hacer de Sonsón un municipio culto y pujante, y finalmente el desfile responsable de cerrar la Fiesta, “El Entierro de la Tuza”, donde después de tanta música, baile, comida y disfrute, muere doña tuza, dejando un testamento y valorando en él los aspectos a mejorar y los valores que aún sobresalen en nosotros y con los cuales podemos superar las debilidades y problemáticas sociales.

 

Desde los tablados la música, en la plaza el pueblo baila, los negocios abiertos, el comercio vivo, el disfrute de cuatro días de agosto en su máximo esplendor… pese a todo ello, es necesario reflexionar, es fundamental proteger los desfiles de la actual e impuesta “modernidad”, y retomar la rigurosidad de los escenarios culturales, para hacer respetar y valer la Fiesta del Maíz en Sonsón, como el gran homenaje a los ancestros, a quienes debemos el estar aquí y ahora. La Fiesta del Maíz se engalana con la Feria Agroambiental, y la Feria Agro Empresarial, los museos abren sus puertas, en las exposiciones se demuestra lo mejor de la cosecha, las familias regresan a su origen, sus raíces. La Fiesta es Patrimonio Inmaterial de los sonsoneños, antioqueños y colombianos, locales y visitantes. A todos la invitación a apreciar el esfuerzo colectivo anual más grande en materia de festividades, a mantener viva la cultura maicera en los diversos escenarios colectivos que nos enorgullecen de tener una Fiesta culturalmente estructurada y una familia feliz con el reencuentro después de estar lejos de su patria chica.


Silleteros, Patrimonio Inmaterial de Colombia

El Ministerio de Cultura declaró a los silleteros del corregimiento de Santa Elena, Antioquia, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, destacando con ello la manifestación cultural que transmiten de generación en generación.

 

La ley 838 de 2003 por medio de la cual se declara como patrimonio cultural de la Nación a los Silleteros y a la Feria de las Flores de Medellín, en el departamento de Antioquia, y se dictan otras disposiciones.

 

Esta tradición que adorna la Feria de las Flores en Medellín cada año y engalana la capital antioqueña, como expresión cultural, comercial y de vida de cada uno de los corregimientos de este departamento, ahora se destacada como patrimonio inmaterial número 18 del país.

 

Antioquia ha sido un departamento dedicado al cultivo, producción y diseño de silletas que cada año desfilan por las calles céntricas de la ciudad.

 

“Este es el resultado de un trabajo de varios años en el que participan permanentemente cientos de miembros de familias antioqueñas que no han dejado morir la tradición”, señaló Carlos José Atehortúa, presidente de la Corporación de Silleteros de Santa Elena.

 

Adicionalmente, “nos acaban de dar el sí al trabajo que hemos hecho los silleteros del corregimiento de Santa Elena en bien de la comunidad; ahí tenemos los resultados de los acuerdos que hemos tenido de las corporaciones para sacar el plan de salvaguardia adelante”.

 

Fuente: http://www.silleteros.com/


Breve recorrido por la expresión silletera

El sueco Carl August Gosselman escribe, hacia la primera mitad del siglo XIX, el libro “Viaje por Colombia: 1825 y 1826”, el cual tuvo gran éxito en Suecia y Alemania en su momento, dado que describe pormenorizadamente las personas, lugares y sensaciones vividas en un país absolutamente nuevo y exótico para la población europea de aquella época. En sus líneas documenta por primera vez el oficio del silletero:

 

“El camino por las montañas tenía grandes dificultades, por lo cual era complicado y prácticamente imposible transitar con mulas. Para ello se encuentran tipos que se dedican a cargar tanto a personas como mercancías por las alturas cordilleranes. Acostumbrados desde la niñez a cargar mercancías subiendo montañas, son capaces de llevar sobre sus hombros a personas como si fueran bultos de carga. Su fortaleza de soportar fardos de cerca de setenta kilos es largamente superada, ya que normalmente hacen reposar sobre sus hombros casi el doble de tal peso".

 

Más adelante, Gosselman define cada labor:

 

“Por silletero se entiende a quien lleva sobre sus espaldas a las personas. Como carguero, al encargado de soportar el mayor rigor de peso”.

 

De igual forma, describe la herramienta de carga que usaba el silletero:

 

“El silletero usa una especie de montura amarrada a los hombros, hecha de piezas de bambú aplanadas y liadas entre sí por varas de mimbre, cuyo largo es de unos tres pies y su ancho de uno; todo esto va sujeto a los pies”.

 

Este oficio fue practicado hasta bien entrado el siglo XX por los campesinos del corregimiento de Santa Elena, que debido a lo quebrado del terreno, no tenían carreteras adecuadas ni caminos de herradura para la circulación de animales de carga, por ello los cultivadores y floricultores usaban unas silletas acomodadas sobre sus espaldas, para bajar hasta Medellín, las flores y hortalizas que comerciaban en el mercado urbano ubicado en la Plaza Cisneros.

 

Mientras que otros campesinos llegaban desde el suroeste antioqueño por lo que hoy es el barrio El Poblado o desde el occidente de Antioquia por lo que hoy es el barrio Robledo (haciendo parada en el estadero El Jordán), trayendo sus mercancías por medio de recuas de mulas y caballos, sin necesidad de usar silletas. Por tanto el oficio silletero comienza a ser una marca distintiva de los campesinos de Santa Elena.

 

Fuente: http://www.silleteros.com/